viernes, 17 de junio de 2016

El Nacimiento De Los Estados Unidos (1763 – 1816) El 31 de enero de 1770

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El Nacimiento De Los Estados Unidos (1763 – 1816)
El 31 de enero de 1770, cuando el duque de Grafton renunció, lord North fue elegido como primer ministro por Jorge III y, por fin, el rey tuvo un primer ministro en el que confiaba y de quien podía estar seguro de que sería un fiel reflejo de las opiniones reales. Lord North permanecería en el cargo durante doce años y, entre su incapacidad y la testadurez regia, Gran Bretaña iba a perder Norteamérica.
Sin embargo, las primeras medidas de North fueron conciliatorias. Al mes de la matanza de Boston (y sin ninguna relación con ella), el nuevo gabinete decidió dejar que la Ley de Acuartelamiento expirase sin ser renovada y anuló los impuestos creados por Townshend, con una excepción.
Cautelosamente, lord North mantuvo el impuesto sobre el té. No lo hizo para recaudar rentas, en particular, sino simplemente como un modo de conservar el principio de que el Parlamento británico podía establecer impuestos en las colonias sin su consentimiento. Se esperaba que, desaparecidos la mayor parte de los impuestos, las colonias aceptarían la aparente victoria y olvidarían el principio. Luego, presumiblemente, en algún momento futuro menos agitado, Gran Bretaña podría poner
impuestos mayores.
En cierta medida, el plan tuvo éxito. Los conservadores acomodados que había entre los americanos, para quienes era incómodo estar del mismo lado que los Hijos de la Libertad, aceptaron gustosos la acción de lord North como un gesto de paz y conciliación.
No hubo ningún júbilo extendido como después de la revocación de la Ley de Timbres. Esta había demostrado ser solamente el preludio para un segundo asalto, y aquélla podía ser el preludio para un tercero. Sin embargo, Sam Adam se halló súbitamente solo, a medida que las pasiones se apaciguaban entre sus compatriotas. Se puso fin al boicot, las colonias se calmaron y parecía que la crisis había pasado.
Sam Adams y el té
Sam Adams tuvo que esperar a que se produjesen nuevos incidentes, y por un momento pareció que tendría que esperar en vano. Transcurrieron dos años en una profunda calma y parecía que los americanos habían ganado victorias inmediatas y se habían avenido a una con fortable aquiesciencia a la política británica.
A principios de 1772, por ejemplo, se anunció que el gobernador de Massachusetts y los jueces de esta colonia sería pagados con fondos reales, haciéndolos de este modo independientes de la legislatura colonial, pero esto apenas causó un murmullo fuera de Massachusetts.
Pero luego se produjo un dramático incidente.
Los diversos puertos americanos eran patrullados por pequeñas naves británicas para impedir el contrabando.
Naturalmente, eran impopulares entre los contrabandistas y entre los que eran antibritánicos por cualquier razón. Una de esas naves, el Gaspée, era particularmente eficiente en su labor mientras patrullaba la bahía de Narragansett, en la colonia de Rhode Island, por lo que era particularmente detestada por la población de las ciudades costeras de la región.
Luego, en la noche del 9 de junio de 1772, el Gaspée, mientras perseguía a un contrabandista, encalló desafortunadamente en un banco de arena, sin poder salir de allí.
La noticia se difundió, y muchos habitantes de Rhode Island quedaron pasmados de este golpe de suerte y emprendieron una acción inmediata. Antes de que terminase la noche, se reunió una muchedumbre que abordó el barco, maltrató a los hombres de a bordo, los envió a la costa y luego incendió la nave.
Cuando las noticias llegaron a Gran Bretaña, el gobierno se enfureció. La flota británica protegía a la metrópoli y sus vastos intereses en el exterior, y no se podía permitir ningún atropello contra ningún barco que formase parte de su armada, aunque sólo fuese un pequeño guardacostas.
Se ofreció una recompensa de 500 libras (una suma enorme para aquellos días) para quien identificase a cual quiera de los que habían cometido el atropello, y se anunció que quien fuese capturado sería sometido a juicio en Gran Bretaña.
Los británicos, por supuesto, tenían buenas razones para sospechar que nadie que cometiese un acto en defensa del derecho a contrabandear sería condenado en un tribunal colonial, pero fue un serio error anunciar que a tales malhechores se los juzgaría en Gran Bretaña.
En primer lugar, no sirvió de nada, pues pese a la recompensa ofrecida no se
presentó ni una sola persona.
En cambio, la amenaza de un juicio por traición en Gran Bretaña fue execrada en todas partes. Para cualquier habitante de las colonias, era fácil creer que ningún americano acusado de traición podía recibir un juicio justo en Gran Bretaña. El acusado estaría lejos de su país y estaría rodeado por hombres extraños a él y llenos de prejuicios antiamericanos.
¿Quién podía sentirse seguro? Muchos americanos que eran completamente leales a Gran Bretaña habían, sin embargo, hecho afirmaciones apresuradas en lo peor de la colérica reacción contra la Ley de Timbres y las Leyes de Townshend. Si eran llamados a dar cuenta de ello y enviados a Gran Bretaña para ser juzgados, ¿qué ocurriría? Y a la luz de esto, el pago de los jueces de Massachusetts por las arcas reales empezó a parecer un intento de hacer de los jueces coloniales criaturas del gobierno británico.
El grito contra la «tiranía» británica empezó a tener connotaciones de terror personal.
Sam Adams, desde luego, no se durmió. Halló un espíritu afín a él en un brillante y elocuente médico, Joseph Warren (nacido en Roxbury, Massachusetts, el 30 de mayo de 1741), quien había llamado la atención de los radicales por un encendido y eficaz discurso pronunciado en ocasión del segundo aniversario de la Matanza de Boston.
El 2 de noviembre de 1772, Adams y Warren pusieron a toda marcha su máquina propagandística. Adams hacía tiempo que enviaba cartas a todos los puntos de las colonias, siempre urgiendo a la acción unida, pero ahora él y Warren formaron «comités de correspondencia» para utilizar al por mayor el recurso de las cartas y formar una red de propaganda que ayudase a unir las colonias a favor de la causa radical
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5.En los tres meses siguientes, ochenta de tales comités se formaron en diversas ciudades de Massachusetts, y otras colonias empezaron a hacerlo. En Virginia, por ejemplo, la Cámara de los Burgesses creó oficialmente un comité de correspondencia, el 12 de marzo de 1773. Entre los miembros de este grupo estaba Patrick Henry, desde 5 James Otis fue designado para encabezar el comité de Boston, pero se estaba escurriendo fuera del mundo real. En 1769 había sido golpeado en la cabeza durante una reyerta con un funcionario de aduanas y desde entonces había entrado en un estado de locura inocua. Sólo estaba cuerdo en raros intervalos y no desempeñó ningún papel en
el conflicto que se estaba gestando.
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luego. También estaba Thomas Jefferson (nacido en Shadwell, Virginia, el 13 de abril de 1743) y Richard Henry Lee (nacido en Stratford, Virginia, el 20 de enero de 1732).
George Washington, que era antibritánico pero no tan radicalmente, no figuraba entre ellos.

Fuente: Isaac Asimov El Nacimiento De Los Estados Unidos (1763 – 1816) - 4 -
Título original: The Birth of the United States 1763-1816
Traductor: Néstor Mínguez
Primera edición en «El Libro de Bolsillo»: 1983
Tercera reimpresión en «El Libro de Bolsillo»: 1994
© 1974 by Isaac Asimov
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1983, 1984, 1990, 1994
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