sábado, 14 de mayo de 2016

NACIMIENTO DE ESTADOS UNIDOS - ¡Resistencia!

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¡Resistencia!
La cólera popular en las colonias aumentó constantemente en los meses siguientes a la aprobación de la Ley de Timbres.
En Virginia, Patrick Henry, que acababa de ser elegido miembro de la Casa de Burgesses (principalmente por la fáma que había obtenido en el caso Parson), se levantó el 29 de mayo de 1765 para oponerse a la Ley de Timbres y apoyar ciertas resoluciones en defensa del derecho de Virginia a elaborar leyes para ella.
Henry no vaciló en señalar lo que les había sucedido a los gobernantes del pasado que habían pasado por alto los derechos del pueblo y habían encontrado la muerte a manos de quienes no habían hallado reparación legal.
Dijo solemnemente: «César tuvo su Bruto, Carlos I su Cromwell y Jorge III...» Sonaba como si estuviera amenazando al rey con asesinarlo o ejecutarlo, y algunos de los burgueses conmocionados y horrorizados gritaron: «¡Traición! ¡Traición!»
Pero Henry terminó su frase de manera muy diferente, diciendo: «...puede beneficiarse con su ejemplo».
Dicho de otro modo, de las lecciones de la historia Jorge III podía aprender a no ser un tirano, en cuyo caso podía gobernar con el amor de su pueblo. Henry terminó irónicamente: «Si esto es traición, sacad el mayor provecho de ello», y salió de la sala.
La Casa de los Burgesses no aprobó las resoluciones, pero se publicaron en los periódicos para que todos las viesen.
Ya antes de que la Ley de Timbres entrara en vigencia, los discursos fueron traducidos a la acción. Hubo tumultos en las grandes ciudades; los funcionarios del gobierno fueron colgados en efigie; y todo el que pareciese dispuesto a asumir la tarea de agente de timbres fue amenazado, y en algunos casos recibió una paliza. Antes de que llegase la ocasión de usar legalmente los timbres, todos los agentes americanos renunciaron aterrorizados y se destruyeron grandes cantidades de timbres.
En el otoño de 1765, casi mil comerciantes de Boston, Nueva York y Filadelfia se unieron y organizaron el boicot de productos británicos para castigar aún más a los británicos, hasta reduciendo los derechos de aduana. Los tribunales anunciaron planes para cerrar antes que usar los timbres en documentos legales. Se convirtió en una cuestión de patriotismo el consumir bebidas alcohólicas domésticas, vestidos domésticos y objetos manufacturados domésticos de todo género, aunque no fuesen tan buenos como los que se podía importar.
El furor de América no dejó de tener efecto sobre el Parlamento. Ya desde el comienzo, un quinto de los representantes habían votado contra la Ley de Timbres.
Muchos se oponían sinceramente a la política de poner impuestos en las colonias sin su consentimiento y otros hablaban a favor de los americanos como una manera de dejar sentada su oposición al rey.
William Pitt, hostigado por la gota, ya que, en general, tenía mala salud, apoyó vigorosamente la causa americana. Lo mismo Edmund Burke, que iba a convertirse en un parlamentario particularmente renombrado.
Isaac Barré adquirió notoriedad a este respecto, al menos en las colonias americanas. Había nacido en Dublín, Irlanda, y era de ascendencia francesa, pero había luchado lealmente del lado británico contra Francia y había sido herido en la campaña de Quebec.
Al defender a los americanos en el Parlamento, se refirió a ellos, emotivamente, como «hijos de la libertad», y los americanos no lo olvidaron. Una ciudad del noreste de Pensilvania, fundada en 1769, fue llamada Wilkes Barre en su honor y en el de John Wilkes, otro parlamentario opositor a Jorge III. Barre, de Vermont, que fue fundada justamente por aquel entonces, también fue así llamada en su honor.
La furiosa oposición a la Ley de Timbres alentó la aparición de puntos de vista aún más radicales entre los americanos. En Massachusetts, dos hombres, Samuel Adams y John Adams (eran primos segundos), se destacaron.
John Adams, el más joven de los dos (nacido en Quincy, Massachusetts, el 30 de octubre de 1735), era un brillante abogado, de características poco amables y sin ninguna capacidad para hacerse popular. Aunque era un hombre de estricta integridad y rara inteligencia, su vanidad era su rasgo más notable. Escribió eruditos y eficaces artículos contra la Ley de Timbres, pero Sam Adams siguió otro camino.
La vida de Samuel Adams (nacido en Boston el 27 de septiembre de 1722) había sido un fracaso. Fracasó en la abogacía, en los negocios y en todo lo que intentó, hasta que halló la labor de su vida el año de la Ley de Timbres. Descubrió a la sazón que era un agitador, y muy eficiente como tal. Entró en la política e hizo de ella toda su vida, colocándose siempre del lado de la acción radical. Fue el primer americano que se declaró abiertamente por la independencia. No deseaba que Gran Bretaña enmendase sus actitudes; quería que se marchase totalmente, y a este fin dirigió sus esfuerzos.
Sam Adams no solamente organizó tumultos contra la Ley de Timbres, sino que también fundó la organización llamada «Hijos de la Libertad», nombre que se inspiraba en la frase de Barré.
Los Hijos de la Libertad han sido idealizados en la leyenda americana, pero en realidad su conducta estaba muy cerca de la que hoy llamaríamos propia de tropas de asalto. Amenazaron a todo el que comprase timbres o comerciase con Inglaterra, y a veces cumplieron sus amenazas hasta el punto de destrozar negocios y untar con alquitrán y pegar plumas a algunas personas. Hostigaron a los coleccionistas de sellos y a funcionarios públicos, hasta el punto de que ni siquiera el gobernador estaba seguro.
La casa del principal magistrado de la colonia fue saqueada, mientras que la de Thomas Hutchinson, un miembro del consejo del gobernador, fue incendiada porque se creía (erróneamente) que había aprobado la Ley de Timbres.
Tampoco James Otis permaneció ocioso. Pensó que era un caso apropiado para la cooperación colonial. El 8 de junio envió cartas a todas las colonias proponiendo efectuar una reunión en Nueva York para emprender una acción común contra la Ley de Timbres.
La respuesta fue entusiasta, y del 7 al 25 de octubre de 1765 se reunión en la ciudad de Nueva York el «Congreso de la Ley de Timbres». Nueve colonias estuvieron representadas por delegados, y las cuatro restantes estuvieron ausentes por falta de oportunidad para designar delegado, no por falta de simpatía. Una figura destacada entre los delegados fue John Dickinson de Pensilvania (nacido en Talbot, Maryland, el 8 de noviembre de 1732). Fue él quien redactó una declaración, aprobada por el Congreso, para ser presentada al rey y al Parlamento, negando el derecho a establecer ningún
impuesto sin el consentimiento de las legislaturas coloniales.
Cuando llegó el 1 de noviembre y entró en vigencia la Ley de Timbres, ya estaba claro que éste era un completo fracaso. Tampoco en los meses siguientes hubo una mejora. Los inútiles esfuerzos dirigidos a poner en práctica la ley costaron mucho más dinero que el recaudado, de modo que el resultado fueron gastos, no ingresos.
Además, también los comerciantes británicos estaban empezando a padecer el hosco boicot americano, y en enero de 1766, ellos mismos pidieron al Parlamento la anulación de la Ley de Timbres. Los opositores parlamentarios eran cada vez más firmes en su oposición, y Pitt, en particular, pronunciaba discursos tremendamente efectivos contra ella y en apoyo del punto de vista americano.
El ministerio de Grenville había terminado en el desorden, en octubre de 1765, y el nuevo primer ministro, Charles Watson-Wentworth, segundo marqués de Rockingham, estaba más dispuesto a apoyar la revocación de la ley.
Benjamin Franklin estaba en Londres a la sazón3. Había llegado a Gran Bretaña en diciembre de 1764, con la esperanza de persuadir al gobierno británico de que arrancara Pensilvania de la garra reaccionaria de la familia Penn, que por entonces la poseía como una especie de patrimonio de familia, y a que la convirtiese en una colonia de la corona, sometida al gobierno británico. Llegó a tiempo para hablar contra la Ley de Timbres, pero, cuando fue aprobada por el Parlamento, pensó que era la ley, por injusta que fuese, y por ende debía ser obedecida.
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3 Nacido en Boston, Massachusetts, el 17 de enero de 1706, fue con mucho el más famoso americano de su tiempo. Su vida anterior se describe en La formación de América del Norte.
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Fuente: Título original: The Birth of the United States 1763-1816
Traductor: Néstor Mínguez
Primera edición en «El Libro de Bolsillo»: 1983
Tercera reimpresión en «El Libro de Bolsillo»: 1994
© 1974 by Isaac Asimov
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1983, 1984, 1990, 1994
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