miércoles, 12 de junio de 2019

MENTALIDAD INDIVIDUALISTA Y RACIONALISTA

MENTALIDAD INDIVIDUALISTA Y RACIONALISTA
No reconocen a nadie una grandeza o una superioridad indiscutibles; así, vuelven siempre a su propia razón como fuente más visible y próxima de la verdad, lo que no sólo destruye la confianza en tal o cual hombre, sino hasta la fe natural en sus juramentos. Así, cada uno se encierra en sí mismo y pretende juzgar al mundo desde su reducto...
Al ver que consiguen resolver sin ayuda las pequeñas dificultades que les presenta la vida práctica, deducen sin más que todo puede explicarse en el mundo y que nada hay en él que rebase los límites de la inteligencia.
Por eso niegan con gusto todo lo que no pueden comprender, lo que les lleva a descreer de lo extraordinario y sentir una repugnancia casi invencible por lo sobrenatural...
Cabe prever que los pueblos democráticos descreerán de misiones divinas, se reirán gustosos de los nuevos profetas y buscarán dentro de los límites de la humanidad, y no en su más allá, el juez último de sus opiniones...
A medida que los ciudadanos se nivelan y asemejan, disminuye la tendencia de cada uno a creer ciegamente en un hombre o en una clase determinada. Aumenta en cambio la de fiarse a la masa, y su opinión llega a ser la que conduce al mundo [...] En épocas de igualdad ningún hombre fía de otro, a causa de su equivalencia; pero esta misma equivalencia les da una confianza casi ilimitada en el juicio público, ya que no les parece verosímil que siendo todos de igual discernimiento, la verdad no se encuentre del lado de la mayoría...
En los Estados Unidos, la acción de la mayoría provee a los individuos de multitud de tópicos, descargándoles así de la obligación de formarse otros por sí solos. Hay un gran número de teorías filosóficas, morales o políticas que cada uno adopta sin examen de la opinión pública; y si se pone atención se observará que allí la religión misma es menos una doctrina revelada que una opinión común...
Esta omnipotencia de la mayoría en los Estados Unidos aumenta, en efecto, la influencia de la opinión pública por sí sola sobre el espíritu de cada ciudadano. (Tocqueville, La democracia en América, 2º, 1ª, 2)
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Comentario. En EE.UU. predomina una mentalidad pragmática y antimetafísica, lo que repercute en la vivencia religiosa.
El ciudadano corriente tiende primero a fiarse solo de su propia opinión, y cuando no le queda más remedio que tomar prestada una opinión ajena, la toma de la opinión común antes que del hombre sobresaliente.
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LOS ABUSOS DE LA MAYORÍA
Durante la guerra de 1812 se vio en Baltimore un ejemplo palpable de los excesos que puede provocar el despotismo de la mayoría. En esa época la guerra era muy popular en Baltimore. Un periódico de tendencias opuestas excitó con su conducta la indignación de los habitantes. El pueblo se reunió, rompió las prensas y atacó la casa de los periodistas... A fin de salvar a los desventurados amenazados por el furor público, se tomó el partido de conducirlos a la cárcel, como criminales. Esta precaución resultó inútil: durante la noche el pueblo se congregó de nuevo; fracasado el intento de los magistrados de reunir a la milicia, la prisión fue forzada; uno de los periodistas fue muerto en el acto y los demás quedaron moribundos; los culpables, enviados al jurado, fueron absueltos...
Decía yo un día a un habitante de Pensilvania: “Explíqueme, por favor, cómo en un Estado fundado por cuáqueros y famoso por su tolerancia, los negros emancipados no pueden ejercer los derechos de ciudadano.
Pagan impuestos, luego ¿no es justo que voten? –No nos ofenda usted, me respondió, creyendo que nuestros legisladores han cometido tan burdo acto de injusticia. –Entonces, ¿los negros tienen aquí derecho al voto? –Desde luego. –Y, ¿cómo es que esta mañana en el colegio electoral no he visto a ninguno en la asamblea? –Eso no es culpa de la ley, me dijo el norteamericano; es cierto que los negros tienen derecho a presentarse en las elecciones, pero se abstienen voluntariamente de hacerlo. –Eso sí que es modestia por su parte. –Oh, no es que se nieguen a presentarse, pero temen que se les maltrate. Entre nosotros, sucede a veces que la ley carece de fuerza cuando la mayoría no la apoya. La mayoría está imbuida de grandes prejuicios contra los negros y los magistrados no se sienten con fuerzas para garantizarles los derechos que les ha conferido el legislador. –¡Pues vaya! La mayoría que tiene el privilegio de hacer la ley, ¿quiere tener, además, el de desobedecerla?”. (Tocqueville, La democracia en América, notas al capítulo 7º de la 2ª parte).
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Comentario. La guerra de 1812 fue la última guerra contra Inglaterra. En Pensilvania, se sorprende Tocqueville de que los negros no acudieran a las votaciones, habiendo destacado los cuáqueros por su oposición a la esclavitud.
“El sentimiento antiesclavista había ido creciendo de manera constante a finales del siglo XVIII gracias a la obra de grupos religiosos como los cuáqueros. En la década de 1830 surgió un nuevo movimiento radical cuando se hizo evidente que el sistema esclavista no iba simplemente a desaparecer por sí solo”. (Jenkins, Philip (2002). Breve historia de EE.UU. Madrid: Alianza Editorial, p.167)
“Los sujetos del Reino del hombre, es decir, de las sociedades modernas, “están también desprovistos de toda responsabilidad.
La soberanía popular implica que no puede exigirse responsabilidad a nadie más que al detentador del poder, es decir, precisamente al pueblo. Pero el pueblo no puede acusarse y condenarse a sí mismo. Un detentador del poder es un soberano que no podría autocondenarse a prisión. Solamente puede comparecer ante la justicia aquel que se enfrenta y transgrede las leyes y órdenes que emanan de la soberanía popular. En cuanto al pueblo en sí, compuesto de todos los súbditos del Reino, carece de responsabilidad”. (Lindbom, T., La semilla y la cizaña, Madrid, 1980, p. 70)
La igualdad jurídica, reconocida por la Constitución, no siempre se ha traducido a la práctica: Las minorías han sido discriminadas, a veces política, las más de las veces socialmente.
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Fuente: HISTORIA 2 DE ESTADOS UNIDOS
  Selección de textos y notas por Jesús M. Sáez
Alicante, 2014

II. LA ÉPOCA DEL PRESIDENTE JACKSON. EL TESTIMONIO DE TOCQUEVILLE

  16. EXPANSIÓN Y CONSTITUCIÓN La Constitución no ha dispuesto que tomemos territorio extranjero, y menos todavía que incorporemos a nacione...