viernes, 16 de octubre de 2020

III. LA DESTRUCCIÓN DE LAS CULTURAS INDIAS 33. EL TESTIMONIO DE CABEZA DE VACA (1535)

III. LA DESTRUCCIÓN DE LAS CULTURAS INDIAS

33. EL TESTIMONIO DE CABEZA DE VACA (1535)

Su mantenimiento principalmente es raíces de dos o tres maneras, y búscanlas por toda la tierra; son muy malas, e hinchan los hombres que las comen. Tardan dos días en asarse, y muchas de ellas son muy amargas, y con todo esto se sacan con mucho trabajo. Es tanta la hambre que aquellas gentes tienen, que no se pueden pasar sin ellas, y andan dos o tres leguas buscándolas. Algunas veces matan algunos venados, y a tiempos toman algún pescado; mas esto es tan poco, y su hambre tan grande, que comen arañas y huevos de hormigas, y gusanos y lagartijas y salamanquesas y culebras y víboras, que matan los hombres que muerden...

Guardan las espinas del pescado que comen, y de las culebras y otras cosas, para molerlo después todo y comer el polvo de ello. Entre éstos no se cargan los hombres ni llevan cosa de peso; mas llévanlo las mujeres y los viejos, que es la gente que ellos en menos tienen. [...] Hay algunos entre ellos que usan pecado contra natura. Las mujeres son muy trabajadas y para mucho, porque de veinticuatro horas que hay entre día y noche, no tienen sino seis horas de descanso, y todo lo más de la noche pasan en atizar sus hornos para secar aquellas raíces que comen.

Y desde que amanece comienzan a cavar y a traer leña y agua a sus casas y dar orden en las otras cosas de que tienen necesidad. Los más de éstos son grandes ladrones, porque aunque entre sí son bien partidos, en volviendo uno la cabeza, su hijo mismo o su padre le toma lo que puede. Mienten muy mucho, y son gran- des borrachos, y para esto beben ellos una cierta cosa. Están tan usados a correr, que sin descansar ni cansar corren desde la mañana hasta la noche, y siguen un venado; y de esta manera matan muchos de ellos, porque los siguen hasta que los cansan, y algunas veces los toman vivos.

HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS

Las casas de ellos son de esteras puestas sobre cuatro arcos; llévanlas a cuestas, y múdanse cada dos o tres días para buscar de comer. Ninguna cosa siembran que se pueda aprovechar; es gente muy alegre; por mucha hambre que tengan, por eso no dejan de bailar ni de hacer sus fiestas. Para ellos el mejor tiempo que éstos tienen es cuando comen las tunas, porque entonces no tienen hambre, y todo el tiempo se les pasa en bailar, y comen de ellas de noche y de día. (Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios, Capítulo XVIII)

Este texto es citado como una corrección de la visión idealizada de Catlin. Cabeza de Vaca vivió entre los indios de la costa sur de EE.UU.; “se fue a las Indias en 1527, con la expedición de Pánfilo de Narváez. Bajó Álvar con un grupo a tierra en Tampa, Florida, y al volver a la costa se habían ido las naves. Ahí comenzó una odisea increíble. Como pudieron, construyeron unas embarcaciones y llegaron por el Golfo de México hasta la Isla del Mal Hado, hoy Galveston, donde fueron apresados por los indios. Alvar y tres compañeros supervivientes escaparon, y a pie, completamente perdidos entre indios hostiles, y en ocho años de marcha incesante, hicieron miles y miles de kilómetros, atravesando Texas, hasta llegar a Sinaloa, al extremo oeste, y descender al sur de México”. (Iraburu, Internet)


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