martes, 7 de junio de 2016

El Nacimiento De Los Estados Unidos - La primera sangre

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La primera sangre
El centro del sentimiento antibritánico radical era Boston. Allí Samuel Adams mantenía en ascenso la histeria. El 11 de febrero de 1768, él y James Otis persuadieron a la Asamblea de Massachusetts a que diera su aprobación a una circular a todas las colonias que ellos prepararon.
El lenguaje de la carta era bastante suave, pero llamaba a una acción común por parte de las colonias en defensa de sus libertades, y los británicos lo consideraron sedicioso. Cuando la Asamblea de Massachusetts se negó a desautorizarla, fue disuelta, el 1 de julio, por Hutchinson, cuya casa había sido incendiada durante los desórdenes de la Ley de Timbres, y que era ahora gobernador de la colonia.
Por entonces, también John Hancock (nacido en Braintree, Massachusetts, el 12 de enero de 1737) estuvo de actualidad. Había heredado una gran fortuna y un próspero negocio de un tío que había muerto en 1764 y era ahora uno de los hombres más ricos de América. Gran parte de la riqueza que había heredado provenía del contrabando, de modo que, naturalmente, estaba en un todo contra la regulación británica del comercio y proporcionaba gran parte del dinero que mantenía la acción de los Hijos de la Libertad.
Esto hacía de Hancock un hombre notorio para los funcionarios de aduanas, y el 10 de junio de 1768 se incautaron de uno de sus barcos con la acusación de que contenía artículos de contrabando. Probablemente era así, pero lo mismo era un acto poco juicioso, pues Hancock apeló a los Hijos de la Libertad y en Boston se montó el espectáculo de un disturbio grave. El barco fue rescatado y los funcionarios de aduanas lograron escapar por un pelo.
Gran Bretaña respondió ordenando que dos regimientos de tropas británicas fuesen de Halifax a Boston. Llegaron el 1 de octubre de 1768, y de inmediato comenzó una guerra fría entre los ciudadanos de Boston y los capotes rojos.
Pero aunque Boston era el sitio donde más intensamente se manifestaba el sentimiento antibritánico, ciertamente no era el único. El espíritu rebelde cundía por todas partes, y si bien los agitadores de Boston contribuían a estimularlo, no era creación suya.
En Virginia, la Casa de Burgesses adoptó resoluciones antibritánicas elaboradas por George Mason (nacido en el condado de Fairfax, Virginia, en 1725), un plantador que fue uno de los grandes pensadores liberales de la época. Las resoluciones fueron presentadas por el amigo y vecino de Mason, George Washington4, el más distinguido soldado americano, quien de este modo se colocó del lado antibritánico. La Casa de los Burgesses fue inmediatamente disuelta por el gobernador, pero se reunió de manera no oficial y organizó un boicot comercial contra Gran Bretaña.
Y en la ciudad de Nueva York las pasiones eran tan extremas como en Boston.
Era costumbre del sector más radical de la población elevar un «asta de la libertad» en algún lugar conspicuo de la ciudad. Allí los Hijos de la Libertad podían reunirse, perorar, beber y, en general, adquirir notoriedad. La política habitual de los británicos era hacer la vista gorda, y en verdad ésta era la política más juiciosa, ya que, al permitir desahogarse a los radicales, se disminuían las presiones revolucionarias.
Pero de tanto en tanto, algún oficial británico decidía que lo que necesitaba el populacho era una lección. Por ejemplo, soldados británicos habían echado abajo un asta de la libertad en Nueva York en 1766, durante el alboroto producido por la Ley de Acuartelamiento, y esto parecía haber dado algunos resultados. El 19 de enero de 1770, algún comandante local se sintió irritado por otra demostración de este género.
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4 Washington nació en el Condado de Westmoreland, Virginia, el 22 de febrero de 1732.
Sobre su vida anterior y algunas de las razones de su actitud antibritánica, véase La
formación de América del Norte.
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Un destacamento de soldados derribó el Asta de la Libertad de Nueva York, la
cortó en pedazos y apiló éstos , frente a la sede de los Hijos de la Libertad, en una
deliberada provocación.
Naturalmente, se produjo un alboroto y varios neoyorquinos fueron acuchillados
por las bayonetas británicas. Inmediatamente, los heridos fueron convertidos en mártires
y, mientras circulaban relatos sobre el derrame de sangre americana por los capotes
rojos, los no comprometidos se transformaban en nuevos radicales.
Pero los peores incidentes de este período ocurrieron en Boston, donde el
conflicto entre ciudadanos y soldados fue más agudo. Los Hijos de la Libertad hicieron
todo lo posible para hostigar a los soldados directamente y, además, amenazar y poner
en insegura posición a todo bostoniano que mostrase signos de fraternizar con los
capotes rojos.
El resultado fue que los soldados británicos, quienes, a fin de cuentas, no
estaban allí voluntariamente y, por cierto, no querían problemas, se hallaron en una
posición insostenible. Tenían órdenes estrictas de no disparar sobre los ciudadanos, pero
estos ciudadanos no tenían ningún remordimiento en arrojar piedras a los soldados.
El 5 de marzo de 1770, un grupo de ociosos decidió que sería divertido arrojar
bolas de nieve a un soldado británico que estaba de centinela. El soldado hizo lo posible
para esquivar las bolas de nieve y pidió ayuda. Un destacamento de veinte soldados
acudió en su socorro, con las bayonetas caladas, mas para entonces los bostonianos
sumaban cientos de personas.
Como los soldados tenían, claramente, orden de no responder, la multitud, en la
que se destacaba un negro llamado Crispus Attucks, se hizo más audaz. Después de los
insultos y las bolas de nieve, llegaron las piedras y los palos. Uno de los soldados,
atormentado más allá de lo tolerable, finalmente disparó. Otros lo siguieron. La
muchedumbre huyó rápidamente, dejando detrás tres muertos y dos heridos. Uno de los
muertos era Attucks, que, por ello, es llamado a veces la primera baja de la revolución.
Samuel Adams estaba listo. El suceso fue llamado «La Matanza de Boston», y
se difundieron relatos ficticios sobre él. Se describió a los soldados como habiendo
disparado sin provocación a multitudes de ciudadanos pacíficos y respetables, y matado
sin ningún remordimiento. La ira de los bostonianos ante esos coloridos cuentos se hizo
tan intensa que el gobernador Hutchinson, para impedir un derramamiento de sangre
mucho peor, tuvo que ordenar a los regimientos británicos que se retirasen de la ciudad
y los colocó en islas, hasta que la situación se enfriase.
Que el incidente no fue realmente una matanza se demuestra por el hecho de
que los soldados fuesen llevados a juicio y de que el mismo John Adams (contra cuya
lealtad americana no había ninguna sombra de duda) optase por defenderlos. Los
defendió tan bien y los hechos reales se hicieron tan evidentes que se absolvió a los
soldados de la acusación de asesinato. Dos fueron acusados de homicidio involuntario y
recibieron una pena leve, más como concesión a la multitud que a la verdad.
Pero no fueron los gritos y la violencia lo que más persuadió al Parlamento de
que estaba fracasando. Fue el boicot. Nuevamente, como en la época de la Ley de
Timbres, industriales y expedidores británicos fueron muy perjudicados cuando el
comercio americano declinó en un 40 por 100 entre 1767 y 1769. La presión empezó a
aumentar otra vez, y se pidió al Parlamento que abandonase su política fiscal.
Townshend no estaba allí para presenciar el fracaso de su política. Había muerto,
repentinamente, el 4 de septiembre de 1767, antes de que sus leyes entrasen en vigor.
Fue sucedido como Chancellor del Exchequer por Frederick, lord North, quien era y
siguió siendo un favorito de Jorge III.

Fuente: Isaac Asimov El Nacimiento De Los Estados Unidos (1763 – 1816) - 4 -
Título original: The Birth of the United States 1763-1816
Traductor: Néstor Mínguez
Primera edición en «El Libro de Bolsillo»: 1983
Tercera reimpresión en «El Libro de Bolsillo»: 1994
© 1974 by Isaac Asimov
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1983, 1984, 1990, 1994
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