viernes, 3 de marzo de 2017

EL NACIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS En aquellos días,

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EL NACIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS
En aquellos días, Boston estaba situada en una península conectada con la tierra firme sólo por una estrecha franja. (Desde entonces, los ríos de ambos lados han sido parcialmente rellenados, y lo que es ahora el «centro de Boston» está unido con las partes exteriores de la ciudad por una ancha franja de tierra.) El general Gage se puso a fortificar esa franja estrecha, y era claro que se preparaba para un asedio.
En cuanto a los colonos, organizaron un gobierno propio encabezado por John Hancock y, de acuerdo con las Resoluciones de Suffolk, empezaron a formar una milicia. Grupos especiales de la milicia iban a mantenerse listos para la acción en cualquier minuto en que pudieran ser llamados, por lo que se los llamó los «minutemen» («hombres del minuto»).
A fines de 1774, ambas partes estaban claramente listas para la guerra abierta.
Sólo se necesitaba una chispa —unos pocos disparos— para iniciarla.
CAPÍTULO 3 - EL CAMINO HACIA LA INDEPENDENCIA
Comienza la revolución
El hecho de que la disposición colonial a la resistencia estaba aumentando era cada día más claro. Cuando se supo, el 13 de diciembre de 1774, que Gage iba a apostar hombres en Portsmouth, New Hampshire, Paul Revere galopó hacia el norte con las noticias, y el 14 de diciembre los colonos de allí irrumpieron en un fuerte local y se llevaron armas y pólvora. Pero no hubo bajas, y el hecho no supuso realmente la guerra.
A comienzos de 1775, el Parlamento tuvo que considerar las acciones del Primer Congreso Continental y sopesar la reacción americana a las Leyes Coercitivas.
No faltaron voces que señalaran la clara lógica de la situación. Hombres como Pitt y Burke subrayaron que era inútil continuar con el uso de la fuerza, que a la larga las colonias no podían ser obligadas a aceptar un gobierno que no querían, que era erróneo tratar de imponérselo.
Todo chocó contra la roca de la intransigencia del rey y de su primer ministro,
lord North. Lo único que lord North estaba dispuesto a hacer a modo de compromiso era ofrecer no poner impuestos a toda colonia que entregase dinero voluntariamente en la medida deseada por el Parlamento. (Para las colonias, esto era como si un bandido ofreciese a alguien no atracarlo si le entregaba voluntariamente su cartera.) Y aun esto sólo obtuvo del rey un consentimiento a regañadientes.
En verdad, lord North presentó una nueva Ley Coercitiva ante el Parlamento, el 27 de febrero de 1775. De acuerdo con dicha ley, se prohibía a las cuatro colonias de Nueva Inglaterra comerciar con ninguna nación que no fuese Gran Bretaña y las Antillas Británicas. Los habitantes de Nueva Inglaterra tampoco podían comerciar con las otras colonias ni hacer uso de las pesquerías atlánticas, que eran de fundamental importancia para la población.
Era claro que Gran Bretaña respondía a todos los pedidos de moderación con un mayor endurecimiento de sus exigencias, de modo que los colonos de Massachusetts siguieron preparándose para la guerra.
Y el general Gage siguió tratando de despojarlos de los medios para hacerlo. El 26 de febrero de 1775, Gage envió a sus soldados a Salem a recoger unos suministros militares que había allí, pero la ciudad estaba llena de colonos coléricos, y los soldados se volvieron.
Nuevamente, no se disparó ningún tiro, no se dio ningún golpe. Pero sólo era cuestión de tiempo. Hasta en la distante Virginia los hombres esperaban con el aliento contenido las noticias del norte, esperando con cada correo que llegaba recibir la nueva de que había comenzado el fuego.
El 23 de marzo de 1775, Patrick Henry se levantó en la Cámara de los
Burgesses para afirmar la necesidad de formar una milicia armada en Virginia. Sostuvo vigorosamente que la guerra estaba por empezar. «El próximo vendaval que venga del Norte traerá a nuestros oídos el resonar de las armas. ¡Nuestros hermanos ya están en el campo de batalla! ¿Por qué esperar aquí, ociosos?
¿Qué es lo que desean los caballeros? ¿Qué quieren?
¿Son la vida o la paz tan dulces como para ser comparadas al precio de las cadenas o la esclavitud? ¡Impídelo, Señor Todopoderoso! No sé qué elegirán otros, pero en cuanto a mí, dadme la libertad o la muerte!»
Estas palabras resonaron a través de las colonias mientras, durante tres semanas más, la situación estuvo pendiente de un hilo. Después de todo, la perspectiva no era la de una mera rebelión, sino la de una guerra civil del mundo de habla inglesa. Las colonias tenían considerables dimensiones. Su población era ahora de unos dos millones y medio, alrededor de un tercio de la de Gran Bretaña. La mayor ciudad colonial,
Filadelfia, con una población de cuarenta mil habitantes, era la segunda ciudad de habla inglesa del mundo. Sólo Londres era mayor.
Entonces ocurrió...
El general Gage decidió aumentar sus esfuerzos para desarmar a los colonos de Massachusetts. El centro de la resistencia colonial era la ciudad de Concord, a treinta kilómetros al noroeste de Boston. Allí los Congresos Provinciales ilegales se reunieron para reclutar gente y organizar la resistencia. Allí se encontraban los dos líderes radicales, Sam Adams y John Hancock. Y allí se había acumulado una gran provisión de pertrechos militares.
Gage decidió enviar 700 soldados británicos a Concord, donde debían apoderarse de los depósitos militares o destruirlos, y arrestar a Adams y Hancock. Pero entre las tropas británicas las medidas de seguridad eran escasas, y había pocas decisiones tomadas por Gage de las que los colonos no obtuvieran pronto información.
Fotofoto 60
Paul Revere y William Dawes (nacido en Boston, en 1745) partieron en la tarde del 18 de abril de 1755, para prevenir a la región rural. Llegaron a Lexington, ciudad situada a diecisiete kilómetros al noroeste de Boston en la ruta a Concord. Ocurrió que Adams y Hancock estaban durmiendo allí. Despertados y alertados a tiempo, partieron a toda prisa.

Fuente: EL NACIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS
1763 – 1816
ISAAC ASIMOV

II. LA ÉPOCA DEL PRESIDENTE JACKSON. EL TESTIMONIO DE TOCQUEVILLE

  16. EXPANSIÓN Y CONSTITUCIÓN La Constitución no ha dispuesto que tomemos territorio extranjero, y menos todavía que incorporemos a nacione...