jueves, 4 de marzo de 2021

LOS INDIOS DE LA COSTA ESTE A FINALES DEL S. XVIII

 LOS INDIOS DE LA COSTA ESTE A FINALES DEL S. XVIII

Ciertamente, si el designio de la Providencia fue exterminar a estos salvajes para hacer sitio a los que quisieran cultivar la tierra, puede que, en efecto, el ron fuera el medio en el que la Providencia pensó, puesto que ya ha aniquilado a todas las tribus que antes poblaban las tierras costeras. (Franklin, Autobiografía...)

Comentario. Franklin reconoce que los indios estaban siendo exterminados, aunque modestamente lo atribuye no a los desafueros cometidos contra ellos por sus compatriotas, sino a la Providencia. En la América española los indios eran protegidos por la ley (Leyes de 1542), que garantizaba razonablemente sus vidas, libertad y propiedades, así como por la obra caritativa (caritas significa amor, en latín) de las órdenes religiosas católicas (dominicos, franciscanos, agustinos, mercedarios y jesuitas).


LA ESCLAVITUD

Es necesario distinguir entre la esclavitud ancilar del temprano colonialismo español y portugués y la esclavitud estructural, vinculada a las plantaciones y a la producción, que prevaleció en el siglo XVIII.

La “esclavitud ancilar” española no suponía mayorías de esclavos en las colonias ni la exclusión de los esclavos de todos los puestos de responsabilidad ni la negación de los atributos humanos de los esclavizados.

[...] Los esclavos africanos trabajaban como criados domésticos, mandaderos, porteros, capataces, cargadores, sastres, barberos, jardineros, artesanos; los esclavos trabajaban en las minas de oro de Nueva Granada y en las plantaciones de azucar de Cuba, o de cacao en Venezuela, pero estos eran modestos enclaves en la economía imperial española de 1770. [...] La plata era extraida por trabajadores asalariados, la mayoría indios, pero también algunos negros o mestizos, o mediante el trabajo tributario de los poblados indios. (cf. Blackburn (1996). The Overthrow of Colonial Slavery 1776-1848, p.9, trad. de J.M.S.)

Las colonias inglesas y francesas se convirtieron, como Brasil y a diferencia de la América española, en colonias de población, ya que los habitantes nativos fueron muertos, marginados o expulsados. [...] Más de la mitad de los emigrantes blancos a la Norteamérica colonial llegaron como sirvientes por contrato. (Ibídem, p.11)

Comentario. Los territorios españoles en América, mal llamados colonias, fueron más extensos que los de otras potencias europeas, sin embargo, la esclavitud desempeñó un papel económico mucho menor que en EE.UU., Haití o Brasil.

Además, a diferencia de lo que sucedió en EE.UU., el mestizaje fue una realidad. En EE.UU., actualmente, en muchas ciudades del Sur un mulato con rasgos blancos se ve empujado a definirse como blanco o negro, y debe relacionarse exclusivamente con la gente de su color.

En los primeros tiempos de la historia colonial norteamericana, muchos ingleses pobres pagaron el pasaje a las colonias a cambio de su libertad y su trabajo durante cierto periodo de tiempo.

LA ESCLAVITUD EN AMÉRICA A FINALES DEL SIGLO XVIII

Elaborado por J. M. Sáez, a partir de Pereyra, C. (1930). Breve historia de América. Madrid: Aguilar, p.391. Cuba, 90.000 esclavos; Puerto Rico, 50.000; Sto. Domingo, 10.000; Luisiana, 60.000; Centroamérica, 60000; total territorios españoles: 270.000; Barbada (G.B.), 60.000; Jamaica (G.B.), 150.000; Trece Colonias (EE.UU.), 1.000.000; Haití (Francia), 500.000; Brasil (Portugal), 1.000.000. El número de esclavos ascendería, en Estados Unidos, a la suma de 3.500.000 en 1860, antes de la abolición de la esclavitud.

LA IMPLANTACIÓN NEGRA

En 1823, en todo México –que entonces comprendía el Sudoeste de los actuales EE.UU.– el geógrafo alemán Humboldt cuenta sólo 10.000 esclavos negros, liberados en 1829, para siete millones de habitantes. Desde 1763, la colonia inglesa de los futuros EE.UU. cuenta por lo menos con 324.000 esclavos negros, que no serán liberados hasta 1863-1865, para 1,6 millones de habitantes en total: 1 esclavo por cada cuatro habitantes libres; y en el Sur, 1 esclavo por menos de 2 habitantes libres. Después, si los yankis reformados se apoderan del Texas mexicano en 1836, es porque sus colonos del sur están «amenazados por la legislación mexicana anti-esclavista de 1829» (Grand Larousse encyclopédique, artículo EE.UU., una legislación de un país católico hispánico).

Por otro lado, fueron los negreros ingleses quienes, en el siglo XVI, empujaron a los españoles de América a consumar la «esclavitud negra». Tal como el célebre John Hawkings. En sus tres viajes de 1562, 1564 y 1567 trajo de África a América «un número considerable» de esclavos negros, y se esforzó para que los compraran fraudulentamente los españoles. Otra precisión: en la última expedición de Hawkings, en 1567, «los dos navíos mayores de los seis que hacían este tráfico inhumano pertenecían a la reina de Inglaterra» (Dr. John Lingard, History of England). Una vez más los denunciantes reformados [protestantes] de los horrores católicos y españoles, reeditores encarnizados de Las Casas, no son sino propagandistas interesados en desviar la atención del público para que no se fije en sus propias acciones. (Dumont (1987). La Iglesia ante el reto de la historia, p.154)

Comentario. La esclavitud fue abolida en Méjico en 1829, y por tanto, en Tejas, territorio entonces mejicano. Cuando Tejas es anexionada mediante la guerra a EE.UU., en nombre de “extender el territorio de la libertad”, la esclavitud será reintroducida de nuevo, para no ser suprimida hasta 1865, tras la guerra civil.

La esclavitud en la América española se debe en gran medida a Inglaterra. Ésta, además de la introducción ilegal de esclavos, presionó política y militarmente en el siglo XVIII para que se permitiera a sus súbditos el comercio de esclavos con la América española. “No hubo proporcionalidad en la demanda de esclavos. Los pueblos angloamericanos la hicieron más activa que los iberoamericanos”. (Pereyra, Carlos (1930). Breve historia de América. Madrid: Aguilar, p.390)

Fuente:  HISTORIA de ESTADOS UNIDOS

Selección de textos y notas por Jesús M. Sáez

Alicante, 2014

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